Poema
sobre el fin de la soledad
En este poema no voy a dejar que entre
la soledad.
Si se asoma por esta página la agarraré
–como quien agarra un ratón por su cola
y lo pone frente a su vista como un
péndulo-
y la tiraré a la basura.
Cuando el sol doble la esquina de la
tarde
la bajaré a un contenedor tres portales
más allá,
no vaya a recordar mi dirección,
y unas horas después pasará rápido el
camión de la basura
y la triturarán junto a la soledad que
hayan decidido
arrojar otras personas, puede que
todas las de la ciudad,
consiguiendo de este modo,
–y gracias al servicio municipal de
recogida de basuras-
que mañana todos nos despertemos
en una cama compartida, abrazados,
con el cuerpo amado
al otro lado del colchón.
Ojalá pudiéramos tirar todos los
sentimientos negativos a un contenedor y que el camión de la basura se los
llevase y los destruyese y no los volviésemos a ver. Aunque me pregunto, ¿los
echaríamos de menos?...